ESTADO FINAL |
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Esta intervención ha sido realizada en una talla mariana que recibe culto bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores en el templo parroquial de San Nicolás de Bari de la localidad de Alhama de Almería. La imagen procesiona cada año en Semana Santa por las calles del municipio, siendo llevada por mujeres portadoras. No se tienen apenas noticias de esta bella escultura. Se desconoce tanto su autor como el tiempo que lleva en la parroquial de Alhama de Almería. Lo único que se puede afirmar con absoluta certeza es que se trata de una dolorosa del más puro estilo granadino, con las manos entrelazadas en actitud orante y la mirada cabizbaja, reflejando en su rostro, realista dentro de la idealización que le imprime el anónimo escultor, un dolor callado y silencioso, propio de la realeza y dignidad que ejemplifica tan celestial Señora. La escultora tampoco puede aportar muchos datos. La antiestética policromía que presentaba no parece ser de hace mucho tiempo pero no parece la original, aunque no se ha encontrado rastro de una anterior. Tampoco puede afirmar Encarna Hurtado la época a la que pertenece, no siendo tampoco muy antigua la madera del candelero o cuerpo de la imagen, parecida a la del tilo por lo que pudo apreciar en la oquedad del cuerpo, no encontrándose documento alguno en su interior. Respecto a la madera de la cabeza y las manos, la artista desconoce si puede ser de la misma madera o de otra, ya que la intervención se ha ceñido principalmente en la policromía y la devanadera. El templo en que se venera sufrió graves daños en 1936, perdiendo entre otros bienes toda su imaginería. Las efigies de los santos patronos, San Nicolás de Bari y la Inmaculada Concepción, fueron repuestas por otras del escultor sevillano Antonio Castillo Lastrucci, al que no se puede adjudicar la presente hechura. Muchos datos, sobre todo materiales, parecen apuntar a que la Virgen de los Dolores de Alhama de Almería sea una obra de posguerra del pasado siglo XX. No obstante, por sus notables valores plásticos, alejados de la discreción artística que predominó en el arte sacro de Andalucía Oriental durante la posguerra española y realzados ahora tras la eliminación de repintes y añadidos por Encarna Hurtado, cabe la posibilidad que estemos ante una talla más antigua y meritoria, quizás de los siglos XVIII o XIX, típica de los imagineros que siguieron con bastante corrección el magistral estilo impuesto por José de Mora y los demás miembros de su taller familiar. Respecto a la intervención llevada a cabo por la escultora, como hemos apuntado se ha ceñido a la aplicación de una nueva policromía, basada en los modelos barrocos granadinos, y al cambio de la devanadera, siendo la nueva de mayor altura pues la anterior no poseía las proporciones adecuadas. También se han reemplazado los brazos, dotados ahora de unas articulaciones ajustadas, así como las toscas pestañas superiores que tenía por otras más cortas y naturales. Por último, se han añadido nuevas lágrimas de cristal, aumentándose el número de dos a seis. |
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ESTADO INICIAL |
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© Encarnación Hurtado Molina. Todos los Derechos Reservados.