Relieve para el paso procesional de la Hermandad de "La Borriquita" de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) que representa el pasaje de la Transfiguración de Cristo en el monte Tabor, realizado por la artista utrerana en madera de cedro, posteriormente dorado en oro fino, policromado al óleo y estofado al huevo.

La Transfiguración es la cumbre de la revelación de la divinidad del Mesías. Algunos autores como Julien Ries la equiparan al pasaje de Moisés y la zarza ardiente, tomando el monte Tabor el lugar del Sinaí. La figura de Jesús es luminosa al erigirse en manifestación pura de la divinidad. El propio Ries alude a una célebre de Jesús -"Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre"- para justificar la descripción que hace del Salvador como luz de la Nueva Alianza, preludio de la Resurrección e icono del Padre de las Luces.

Vestido de blanco y oro para evocar esa luz que irradió durante la manifestación de su divinidad, Jesús aparece levitando sobre nubes y flanqueado por dos profetas, Elías y el citado Moisés, cuya aparición aumenta el desconcierto de los apóstoles Juan, Pedro y Santiago, testigos del prodigio, los cuales ocupan la parte inferior de la cartela.

El pasaje también guarda relación con el episodio del Pentecostés. Si en este caso, la manifestación del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego viene a confirmar la revelación de un Dios único en tres personas, luz para los hombres, la Transfiguración supone una manifestación de la gloria de Dios, pues Jesús es el Mesías, es luz para los hombres y revela al "Dios Luz" presente en todas las religiones.

En su mayor parte, la pieza se concibe como un altorrelieve, muy abigarrado, dinámico y teatralizado, propio del gusto de la escultora por el barroquismo andaluz, que desde el siglo XVII fluye en las andas procesionales, los retablos y las esculturas de bulto redondo como expresión identitaria de una religiosidad popular colorista y emotiva.


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